
Pocas veces en la vida he querido algo tanto como ser
locutora. Recuerdo mi alegría y mi alivio el día que supe que estudiaría Periodismo:
la tranquilidad mía y de mi madre de saber que iría a la Universidad era razón
suficiente. Pero sé que aquella alegría no sería ni remotamente la felicidad
que sentiría si lograra hacer locución.
No paro de imaginarme frente a un micrófono hablando y
hablando. Estoy loca por escucharme por la radio, de casualidad, mientras
camino por la calle, y ver que hay gente atendiendo y comentando… Es un sueño
que sé que puedo cumplir, y creo que eso es lo mejor de todo. Hay tantas
aspiraciones que sabemos que no lograremos… pero sé que esta no es una...