En medio de mi
embeleso alguien puso la nota discordante: “Señal en el cielo, desgracia en la
tierra”. Y los santiagueros, que ya no somos los mismos después del 25 de
octubre, enseguida pensamos en una nueva catástrofe. ¿Y si se anunciaba un
terremoto, o si algo explotaba allá arriba, o si se caía la Luna…? Por si
acaso, anoche no dejé que mi gata saliera y los zapatos los dejé cerca de la
cama, por si había que salir corriendo en medio de la madrugada.
De todas
formas, y a pesar del miedo, disfruté del halo lunar, efecto que conocí con
exactitud hoy gracias a Internet y a esa magia que tiene de aclararte todo, o
casi todo. Y volví a lamentar no tener una cámara, que tal vez no hubiera
captado bien el suceso pero igual, tiempo después, al ver la luna sola, me
haría recordar el día que quise retratar ese círculo a su alrededor, como
trazado con un compás.